El último número de la
prestigiosa revista The Economist dedica su portada al potencial laboral de las
personas con autismo, en especial las personas con lo que se conoce como autismo de alto rendimiento o síndrome de asperger. Son personas con
unos intereses muy restringidos, de conductas muy repetitivas, que no entienden
de dobles sentidos en el lenguaje, chistes o ironías; con problemas para comunicarse con los demás, necesitan rutinas muy
marcadas para sentirse seguras, a veces sufren hipersensibilidad (a los
ruidos, a las luces, al tacto…). Todo ello, y más, hace que se etiqueten como “los
raros”.
Detrás de sus rarezas (para los
que nos consideramos ‘normales') se esconden personas con una inteligencia, a menudo,
muy superior a la media, con una gran capacidad de abstracción, de dominio de
las matemáticas, de memoria prodigiosa... son talentos hasta ahora desperdiciados como comenta The Economist. En Gran Bretaña,
por ejemplo, sólo un 12 por ciento de los adultos con autismo de alto
rendimiento trabajan. Poco a poco, sin
embargo, este talento empieza a ser aprovechado por algunas empresas.
Es el
caso, entre otras, de la danesa Specialisterne, y de su homóloga
española con sede en Esade Creápolies de Sant Cugat del Vallès,
Specialisterne.es
que forman y preparan a personas con asperger
que luego son contratadas por empresas de informáticas, financieras, etcétera, para
labores que precisan expertos en gestión,
control y testeo de bases de datos, capaces de estar horas y horas haciendo
trabajos que requieren precisión y concentración pero rutinarios, capaces de
detectar pequeños errores… son trabajadores
que, con el apoyo y seguimiento de terapeutas, y con el paraguas de la empresa,
están de demostrando que también tienen su sitio en el mercado laboral.
Aparte de incidir en el potencial
laboral y profesional de las personas con autismo, el reportaje pone sobre la
mesa el alarmante aumento de la prevalencia de los trastornos del espectro
autista (TEA) , fenómeno al que gobiernos
y organismos internacionales deberían prestar más atención y recursos, tanto en
investigación, de cara a conocer mejor sus causas y poder hacer un trabajo de
prevención, como en las técnicas de detección precoz que permitan poner en marcha
cuanto antes tratamientos que minimicen sus secuelas. En Estados Unidos se
habla de uno de cada 68 nacimientos: el autismo ya es una de las prioridades
del sistema norteamericano de salud.
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