Tomando ayer un café con una amiga y colega de profesión hablábamos, masoquistas que somos, de las condiciones de
trabajo de nuestro gremio. Por desgracia, lo del "precariado" no es
algo nuevo. Recordaba que, hace unos quince años, se enteró de que un lujoso y
selecto hotel que abría sus puertas en Barcelona (donde un café costaba no hace
mucho unos 7 euros). Coincidiendo con su apertura, preparaba una revista
corporativa. Mi amiga, free-lance, no dudó en ofrecer sus servicios de
colaboración. Su contacto en el hotel
agradeció encantada su ofrecimiento.
-¿Condiciones?
- -Naming, le contestaron.
- -¿Naming…? preguntó ella.
- - Sí,
naming, no te pagaremos con dinero, te
pagamos con el prestigio que da trabajar para nuestra revista
Mi colega declinó tal honor
porque, como ya he comentado en alguna ocasión, ni el naming ni la reputación
online que a mí me han ofrecido sirven
para pagar facturas o el bistec.
Muy bien este post... Declinemos estos honores, que solo sirven para desvirtuar la profesión.
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