Me cuenta un amigo, ingeniero en el centro de diseño de una importante empresa automovilística, que la compañía ha incorporado recientemente un centenar de profesionales para poder hacer frente a diferentes proyectos. Obviamente el alud de currículums recibido era impresionante. Y en la selección de ese personal, tener un buen perfil de estudios o de idiomas "se da por supuesto".
A partir de aquí, se tienen en cuenta otros parámetros, y son cada vez más importantes las habilidades sociales. Y para conocerlas, un grupo de seleccionados fue invitado a pasar dos o tres días en un hotel, y allí se sometieron, bajo la supervisión de expertos, a diferentes pruebas y actividades. Con ellas demostraban su capacidad de integración en el grupo, su capacidad de adaptación, de trabajar en grupo, de socialización y de afrontar diferentes tipos de situaciones, de liderazgo, etcétera...
Naturalmente, ahí no acaba todo. Los jóvenes que entran en la empresa, como en cualquier otra, deberán aprender a progresar paso a paso, a "picar piedra" en proyectos y trabajos quizás no tan apasionantes como puedan haber soñado y son muchos los que recibirán "un baño de realidad" después de creerse, tras salir de la facultad con el título bajo el brazo, capaces de cambiar el mundo y despachar directamente con el director general. No todo se aprende en las aulas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario