Curiosa de profesión, en cafés,
encuentros y tertulias con amigos, colaboradores o conocidos, aprovecho para
preguntar a la persona que está a mi lado si nota de algún modo la recuperación
económica.
Hablando hace apenas una semana con
un viejo cliente (el primero que confió en mí) y amigo, me comentaba que su mujer, al frente de
una empresa que comercializa regalos de empresa y objetos de decoración (en
tiempos de bonanza tuvo varias tiendas en importantes centros comerciales de
Barcelona), ya en 2014 notó una mejora
con respecto a 2013, dato significativo en un sector que es “accesorio”
y no se corresponde con productos de primera necesidad. También la empresa que
dirige su cuñado, un importante y centenario grupo de productos de limpieza y
cuidado de la ropa, había registrado mejoras en las ventas el año pasado.
Ayer, en un funeral, conocí a un ingeniero
emprendedor que había montado hacía apenas un año y medio empresa propia en el
sector auxiliar del ferrocarril. Ya tenía experiencia en el sector (que exige
unas draconianas condiciones y especificidades de calidad a los productos y en
el que es muy difícil entrar), se ha asociado con un productor chino y las perspectivas
de las que hablaba, a partir de la cartera contratada, eran más que halagüeñas.
En el mismo funeral me topé con un antiguo contacto, aparejador y empresario de
la construcción teóricamente jubilado, que me explicaba que su hijo la eh dado
la vuelta al negocio; ha abandonado la construcción tradicional y ha optado por
especializarse en tratamientos concretos (humedades, termitas…). Renovarse o
morir. Gracias o a pesar del gobierno, poco a poco aparecen brotes de recuperación.
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